Jugando a mentir
- Pese a que el Bayern da la eliminatoria por perdida tras el 4-0, Guardiola no se fía
- El francés Thierry Henry, clave en el partido de ida, es duda por fiebre
MÚNICH.- El Bayern se da por muerto una y otra vez. El Barça, mientras, no quiere empezar a echar tierra sobre el conjunto bávaro. Unos y otros insisten en vestirse de corderos. Tal vez, para dejar esta noche de una vez por todas su falsa piel y lanzarle una dentellada del todo mortal a su rival.
Más fácil, a priori, lo tiene el conjunto azulgrana que el bávaro. El contundentísimo 4-0 conseguido la semana pasada en el Camp Nou le puso prácticamente un pie y medio en las semifinales. Pero falta poner ese medio. Y los alemanes, como ya dijo tras el duelo del pasado miércoles el propio Pep Guardiola, a veces las hacen muy sonadas.
No estará hoy el técnico azulgrana sentado en el banquillo. La UEFA no se lo permite. Consecuencia de la expulsión que le valieron sus airadas protestas ante el árbitro inglés Howard Webb, tras un más que posible penalti sobre Messi no señalado y la posterior amarilla para el argentino. No se verá, no obstante, un Barça diferente. Ni su ausencia ni la goleada de la ida lo propiciarán. Guardiola no se fía. "Partidos así duran 180 minutos, no sólo 90. Tenemos que volver a hacerlo. El objetivo se lo merece", recalcó.
El Barça tiene un estilo, una marca de la casa. Y piensa respetarla a rajatabla. "No jugaremos en función de cómo salga el Bayern. Luego ganaremos o perderemos, pasaremos o nos eliminarán, pero quiero que el equipo vaya a hacer goles, hacia arriba, que salga a jugar un buen partido", reiteró Guardiola. Desde luego, desconfía de las precauciones de Klinsmann. "Él sabe perfectamente que está al frente de un club muy grande y va a intentarlo. Yo, por lo menos, lo haría", sentenció el entrenador azulgrana, para recordar que "este campo y esta camiseta pesan mucho". Con Henry, protagonista de jugadas decisivas en los últimos partidos, renqueante por unas décimas de fiebre -ayer ni siquiera se entrenó-, el peso de ese espíritu ofensivo que tanto reclamaba ayer Guardiola podría recaer sobre Eto'o, malhumorado tras su suplencia ante el Recre, Iniesta, recolocado en el extremo, y Leo Messi. El letal Leo Messi. "Hay que marcar. Conseguir un gol aquí les pondría las cosas aún más difíciles", arengó. Una promesa. Y una amenaza para los bávaros.
La gran movilidad de los delanteros azulgrana y su velocidad, según señalaba ayer Jürgen Klinsmann, fueron algunas de las claves que, literalmente, "mostraron los límites" del equipo bávaro. No duda en arrojar la toalla el discutido técnico. Asegura que el 4-0 es "imposible" de superar, pero aspira, eso sí, a hacer un buen partido y, sobre todo, a ganar para despedirse de la Champions salvando en cierta manera el honor. "Vamos a desafiarlos, pero es difícil que podamos hacerles daño", recalcaba el técnico germano.
Del 4-0 del Camp Nou pasó este fin de semana a un 4-0, esta vez a favor en casa ante el Eintracht de Frankfurt. Lo bueno. Lo malo, las críticas del ex madridista Günter Netzer, quien le calificó como "un gurú arrogante" en la edición dominical del 'Bild'. Otro rotativo, el Tageszeitung, ilustró su texto con un fotomontaje en el que Klinsmann aparecía crucificado, viendo, eso sí, "el lado brillante de la vida", en un recuerdo de la burlesca La Vida de Brian de los Monty Python, una ácida parodia de la vida y pasión de Jesucristo.
Klinsmann no se arruga. Considera que su equipo tiene mucho que decir en la Bundesliga, cree incluso que puede alzar el título, y está seguro de que ha aprendido mucho para hacerlo aún mejor la próxima temporada. Unicos aspectos del futuro en los que se muestra optimista. En la Champions de esta temporada, dice, no hay nada que hacer. O no. Tal vez, el lobo alemán abandonará su disfraz de cordero esta noche para enfrentarse a otro lobo disfrazado: el Barça. Tal vez, veremos otro gran espectáculo. Y de final incierto. Se abren las apuestas. El premio es demasiado tentador como para rechazarlo.
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